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Editorial Plaza & Janés - España, 1978. Primera edición
237 páginas
Tapa dura con detalles en dorado
Estado 9/10. Excelente estado, sin marcas ni subrayados
Profusamente ilustrado
"Una de las cualidades que admiro en los demás es la capacidad de contar una historia, He pasado la mayor parte de mi vida profesional esclavizado a ideas que requieren un marco adecuado. Cuando la jugada inicial tiene un destello irresistible, caigo fácilmente en la telaraña del relato. En el momento en que Alan y Sally Landsburg se acercaron a mí con «aquel brillo» en los ojos, me di cuenta en seguida de que me hallaba ante unos narradores perfectamente capaces de tenderme un lazo. Hace más de dos años, realizaron un juego de manos verbal que hizo que me uniese a su búsqueda de antiguos misterios. Todos mis sentidos estaban alerta; por consiguiente, cuando ofrecieron mostrarme algo, en su opinión, «fuera de lo normal», supe que me estaban preparando un cebo. Bajaron de un estante una caja de aspecto insignificante. Sin embargo, debajo del cristal montado en la tapa, había una de las realidades más ominosas que jamás hubiera visto: la mano de una momia. Antes de que pudiese censurar la idea, brotaron las palabras de mi boca: «¿Qué os proponéis hacer con eso?» La sonrisa de Alan me dijo que iba a oír una buena historia."
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Editorial Plaza & Janés - España, 1978. Primera edición
237 páginas
Tapa dura con detalles en dorado
Estado 9/10. Excelente estado, sin marcas ni subrayados
Profusamente ilustrado
"Una de las cualidades que admiro en los demás es la capacidad de contar una historia, He pasado la mayor parte de mi vida profesional esclavizado a ideas que requieren un marco adecuado. Cuando la jugada inicial tiene un destello irresistible, caigo fácilmente en la telaraña del relato. En el momento en que Alan y Sally Landsburg se acercaron a mí con «aquel brillo» en los ojos, me di cuenta en seguida de que me hallaba ante unos narradores perfectamente capaces de tenderme un lazo. Hace más de dos años, realizaron un juego de manos verbal que hizo que me uniese a su búsqueda de antiguos misterios. Todos mis sentidos estaban alerta; por consiguiente, cuando ofrecieron mostrarme algo, en su opinión, «fuera de lo normal», supe que me estaban preparando un cebo. Bajaron de un estante una caja de aspecto insignificante. Sin embargo, debajo del cristal montado en la tapa, había una de las realidades más ominosas que jamás hubiera visto: la mano de una momia. Antes de que pudiese censurar la idea, brotaron las palabras de mi boca: «¿Qué os proponéis hacer con eso?» La sonrisa de Alan me dijo que iba a oír una buena historia."