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Editorial Plaza y Janés - España, 1973
406 páginas
Tapa dura ilustrada con detalles en dorado
Estado 8/10. Lomo con desgastes por el sol. Interior en perfecto estado
Nadie podrá decir jamás cuándo el hombre empezó a soñar en las estrellas. Quizá cuando se destrozó las manos y los pies en el primer Olimpo del mundo, rugiendo de furor contra las órdenes intocables que encendían fogatas en el suelo. Quizá cuando lanzó la primera flecha hacia la Luna; y aquella flecha, en el mágico mundo mogol, no volvió jamás a la Tierra.
Después, el sueño quizá le mostró la senda. El hombre salió a conversar con los dioses, los invitó entre los mortales, se hizo contar lo que hay allá. Alguien, en la América precolombina, se dio cuenta de que una escala común no servía, y construyó una escala de fuego. La llama tiende al cielo porque pertenece al cielo, donde arden las estrellas. Verdaderamente, una curiosa intuición. Cuando Morfeo no fue suficiente para Ícaro, Ícaro se construyó las alas.
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Editorial Plaza y Janés - España, 1973
406 páginas
Tapa dura ilustrada con detalles en dorado
Estado 8/10. Lomo con desgastes por el sol. Interior en perfecto estado
Nadie podrá decir jamás cuándo el hombre empezó a soñar en las estrellas. Quizá cuando se destrozó las manos y los pies en el primer Olimpo del mundo, rugiendo de furor contra las órdenes intocables que encendían fogatas en el suelo. Quizá cuando lanzó la primera flecha hacia la Luna; y aquella flecha, en el mágico mundo mogol, no volvió jamás a la Tierra.
Después, el sueño quizá le mostró la senda. El hombre salió a conversar con los dioses, los invitó entre los mortales, se hizo contar lo que hay allá. Alguien, en la América precolombina, se dio cuenta de que una escala común no servía, y construyó una escala de fuego. La llama tiende al cielo porque pertenece al cielo, donde arden las estrellas. Verdaderamente, una curiosa intuición. Cuando Morfeo no fue suficiente para Ícaro, Ícaro se construyó las alas.