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    Editorial Alba - España 2009

    294 páginas

    Estado: 10/10 nuevo.


    "Ahora se enfrentaba a muertes violentas, cadáveres descompuestos, podridos, y esqueletos horripilantes, y le pedían que se imaginaran cómo si fueran personas vivas y sanas."


    «Reconstruir rostros de personas asesinadas para que puedan ser identificadas»: ésta es la respuesta de Frank Bender cuando le preguntaban a qué se dedicaba. Todo empezó cuando, siendo estudiante de arte, entró en una sala de autopsias y, al ver el cadáver de una mujer con tres balazos en el cráneo, sintió que sería capaz de dibujar su rostro tal como era antes de haber sido desfigurado. De ahí pasó a modelar bustos y a convertirse no solo en un artista solicitado por museos y galerías, sino en una valiosa ayuda para investigadores forenses y departamentos de policía. Sus bustos no solo han servido para identificar a víctimas de tremendos asesinatos, sino también para atrapar a criminales fugitivos de cuyo aspecto hacía años que nadie tenía noticia Robert Ressler, experto en perfiles y autor de Dentro del monstruo, se puso en contacto con la policía del estado de Chihuahua, en México, y ésta le encargó la reconstrucción del rostro de cinco víctimas de los célebres feminicidios de Ciudad Juárez. Encerrado en un hotel en opresivas condiciones de seguridad, Bender empezó a forjar su propia teoría sobre los asesinatos... y su situación se volvió peligrosamente kafkiana. A partir de este lúgubre caso, Ted Botha narra en La chica de la nariz torcida la historia escalofriante de un hombre con un oficio singular.

    La chica de la nariz torcida - Ted Botha

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    Editorial Alba - España 2009

    294 páginas

    Estado: 10/10 nuevo.


    "Ahora se enfrentaba a muertes violentas, cadáveres descompuestos, podridos, y esqueletos horripilantes, y le pedían que se imaginaran cómo si fueran personas vivas y sanas."


    «Reconstruir rostros de personas asesinadas para que puedan ser identificadas»: ésta es la respuesta de Frank Bender cuando le preguntaban a qué se dedicaba. Todo empezó cuando, siendo estudiante de arte, entró en una sala de autopsias y, al ver el cadáver de una mujer con tres balazos en el cráneo, sintió que sería capaz de dibujar su rostro tal como era antes de haber sido desfigurado. De ahí pasó a modelar bustos y a convertirse no solo en un artista solicitado por museos y galerías, sino en una valiosa ayuda para investigadores forenses y departamentos de policía. Sus bustos no solo han servido para identificar a víctimas de tremendos asesinatos, sino también para atrapar a criminales fugitivos de cuyo aspecto hacía años que nadie tenía noticia Robert Ressler, experto en perfiles y autor de Dentro del monstruo, se puso en contacto con la policía del estado de Chihuahua, en México, y ésta le encargó la reconstrucción del rostro de cinco víctimas de los célebres feminicidios de Ciudad Juárez. Encerrado en un hotel en opresivas condiciones de seguridad, Bender empezó a forjar su propia teoría sobre los asesinatos... y su situación se volvió peligrosamente kafkiana. A partir de este lúgubre caso, Ted Botha narra en La chica de la nariz torcida la historia escalofriante de un hombre con un oficio singular.

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